Este es un salón que combina elegancia con minimalismo. Las paredes pintadas de blanco aportan una atmósfera fresca y luminosa. Un espléndido candelabro de cristal cuelga del techo, emitiendo una luz suave y delicada que constituye el punto destacado de la habitación. Focos empotrados en el techo ofrecen iluminación adicional.
La pared principal está decorada con exquisitas molduras de yeso, añadiendo un sentido de refinamiento. Debajo de esta pared, hay un largo armario blanco con múltiples cajones, cada uno con una manija dorada. No solo proporciona espacio de almacenamiento, sino que también aumenta el atractivo estético.
El suelo está cubierto con baldosas lisas y de tonos claros que reflejan la luz, haciendo la habitación más brillante. Al fondo, se aprecia un área abierta que parece comunicarse con otro espacio, tal vez una cocina o una habitación de servicio, con armarios visibles. En conjunto, el salón irradia elegancia y comodidad modernas.



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